Y vino a él el tentador, y le dijo: Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en pan.
Mateo 4:3 RVR1960
Por: Diana Lin
La mayoría de las veces que he leído acerca de Las tentaciones de Jesús he relacionado
que sólo El pudo vencerlas por ser Dios y osaríamos en decir que esto es una ventaja
muy grande que nos deja a toda la humanidad fuera de poder hacer algo así. Pero,
iqué equivocados que estamos al pensar de esta forma!
En el relato de las tentaciones, Jesús nos descubre su corazón, poniendo
delante de nuestros ojos sus luchas, luchas que fueron similares a las
nuestras. El no solamente fue tentado como Dios sino como hombre mismo. Esta
historia nos está diciendo que Jesús puede ayudarnos en nuestras tentaciones
porque El mismo fue tentado. (Hebreos 4:15)
Recordemos que Jesús salía de un tiempo de ayuno de 40 días. Humanamente
estaba a punto de morir. Muchos estudiosos y eruditos de la Palabra consideran
que la lucha que Jesús tuvo fue más allá que una mera oposición externa de
encontrarse en una montaña con Satanás en donde se podían ver “todos los reinos
de la tierra”, por el contrario, se dice que su lucha fue interior, en su
propio corazón, mente y alma.
Personalmente esto abre mis ojos a pensar en “las tentaciones de Jesús”
no como una serie de tv asiática en donde los enemigos vienen con todas estas
fuerzas de poderes y luces del mal lanzando llamas y que Jesús es “el pepudo” que
sin mucho esfuerzo los derriba y posteriormente le atribuimos su victoria a su
naturaleza divina. Esta nueva comprensión me hace reflexionar en Jesús como
Dios pero sin usar su poder divino para librarse de las dificultades y hacer su
vida más fácil que la nuestra, me hace pensar en una batalla limpia que El la
luchó y la venció, y me asombra aún más saber que esta lucha no fue “física dándole
un patazo al diablo” sino una lucha en su mente donde la batalla se complica
mucho más pues es un campo en donde todas las cosas son posibles y no hay
límites.
Lo que más sobresale en esta historia es que las tentaciones fueron
dirigidas a alguien que tenía poderes y que sabía que los tenía y cómo podía
usarlos para librarse. Para mí, la mayor tentación que veo aquí es ser tentado
a hacer mi propia voluntad, tener el pleno conocimiento que tengo las armas
para defenderme y que puedo usarlas de la manera que quiera para no sufrir las
tentaciones. Este era el plan de Satanás, que Jesús usara sus poderes para
convertir las piedras en pan (recordemos que las piedras son nuestras tentaciones
en nuestra mente, alma y cuerpo y que el pan es la forma de alivianar las
tentaciones para no sufrirlas), y de esa forma cambiaría el plan de Dios que
era que el primer milagro tuviera cita en la fiesta de las bodas convirtiendo
el agua en vino mostrándonos que su poder divino era para saciar las
necesidades de otros y no la suya misma a su conveniencia.
Finalmente quiero terminar haciendo una reflexión sobre esto último: una
y otra vez somos atacados por nuestros dones, por aquello que sabemos hacer
bien porque ha sido un regalo de Dios y siempre tendremos la tentación de
usarlo para salirnos con la nuestra, para nuestro propio bien y no para el de
otros, como decía William Barclay “para convertirse en amo y no en servidor de
la humanidad”. Es como convertir las piedras en pan, es como buscar pan sin
Dios.