sábado, octubre 01, 2016

Nada difícil para Dios

Yo soy el Señor, Dios de todos los pueblos del mundo. ¿Hay algo demasiado difícil para mí?

Jeremías 32:27

¿Has estado en esos días en que sientes que hay desafíos muy grandes y que no puedes alcanzarlos o que nunca vas a lograr lo que te propusiste?
Bueno hace meses atrás me sentí así, regresaba de Quito (por un lapso de 3 meses desde Enero hasta Abril de este año) de mi último entrenamiento de misiones, hacia Guayaquil mi ciudad de origen.

El plan era salir hacia Madagascar a más tardar los primeros días de Agosto, es decir que me quedaban tan sólo 3 meses para tener listas todas las cosas que necesitaba para emprender la aventura que Dios me había mostrado desde hace muchos años atrás. Dentro de ese tiempo hubieron muchos desafíos que amenazaron mi fe. Veía tan difícil levantar fondos, hacer los papeleos de la visa, comprar medicinas y materiales de aseo personal pues el campo de misión ya me había indicado el poco acceso a estas cosas. A eso hay que sumar lo increíble que me parecía dejar a mi familia por un espacio de 2 años siendo tan unida a ellos, pero sabía que Dios me había hecho este fuerte llamado.


Como les comenté, uno de los grandes desafíos que tuve que enfrentar fue levantar los fondos para poder mantenerme en el campo de misión. Fueron días muy estresantes en los que muy temprano en la mañana salía a buscar contactos, personas, amigos, gente con las que pudiera compartir de este gran sueño de ir a Madagascar a predicar las Buenas Nuevas. Los días se hacían cortos y muchas veces llegaba a casa sin resultados. Todo parecía obscuro, clamaba a Dios una y otra vez diciéndole que no me permitiera ser avergonzada y que necesitaba que Él se muestre de una manera supernatural de modo que TODA la gloria sea para Él. En medio de ese estrés y preocupación se añadían las preguntas que venían a mi mente tales como: ¿qué me espera en Madagascar? ¿será difícil aprender el dialecto de ellos? ¿cuánto tiempo pasará hasta que haga nuevos amigos? ¿me enfermaré? ¿me gustará mi nuevo lugar para vivir? Y esas preguntas daban la vuelta una y otra vez en mi cabeza.

El 16 de Abril, Ecuador, mi país fue azotado con un gran terremoto de 7.8 en la escala de Richter. Todas las iglesias evangélicas, otros creyentes religiosos y demás personas de todo el país se movilizaron para ayudar en esta devastadora catástrofe. Mientras tanto, yo seguía compartiendo con amigos, pastores y familiares, mi testimonio de cómo el Señor me había llamado y el viaje que me estaba permitiendo tener en los próximos meses. No faltaron las personas que me dijeron "tu campo de misión está aquí en Ecuador, mira la tragedia que tenemos", "No te vayas, eres más útil aquí que en un lugar lejano", entre otros comentarios. Terminó el mes de Abril y Mayo y seguía sin respuesta, volviéndome loca del estrés emocional y mental. Sin embargo, Dios en su infinita misericordia me mostró su amor y poder una vez más. Cuando empezaba Julio, las respuestas comenzaron a llegar, empezaron por mis ex-compañeros de trabajo que, aunque no profesan la misma fe que la mía, creyeron que Dios me había llamado con un propósito: servir a los demás. Luego llegó la respuesta de mi iglesia, parte del presupuesto, al fin, fue aprobado por la junta directiva, y finalmente algunos de mis familiares se sumaron a esta causa. 

En tan sólo un mes, Dios había hecho el milagro de poder contar con el financiamiento del presupuesto mensual, sin contar la donación de mis pasajes que había llegado en Noviembre del 2015, 7 meses antes. Wow!! Dios mostrándose fiel a Su Palabra una vez más. Cuando vi las respuestas de diferentes maneras, mi fe se incrementó de forma que no dudaba que el viaje se realizaría y entendí que aunque es bueno planificar, los planes no se cumplen en mis tiempos sino en los de Él, no era a mi manera sino a la manera de Él. Bien dice Romanos 12:2...

"No se amolden al mundo actual, sino sean transformados mediante la renovación de su mente. Así podrán comprobar cuál es la voluntad de Dios, buena, agradable y perfecta."



Mi mente seguía amoldaba, configurada, entrenada al mundo actual. No estaba ejercitando el poder que Dios me otorga de creer en sus promesas y de creer que NADA es imposible para Él. Y realmente pude comprobar que Su voluntad es buena, agradable y perfecta pues a éstos milagros le siguieron muchas otras experiencias que eran evidencias de su amor sublime por el mundo ya que Dios no sólo me permitió esto para que mi fe se fortalezca sino que lo hizo para que yo sea su herramienta útil y muchos puedan escuchar el mensaje de salvación en el sur de Madagascar.


¡La gloria y alabanza sean dadas al Reyes de reyes, al Dios de lo imposible!