martes, abril 26, 2016

Cuando lo ví, lo reconocí...era Jesús




Estábamos atravesando inestabilidad en el área de la educación, no recuerdo bien qué exigían los maestros al gobierno existente pero sí recuerdo bien que dentro de las aulas teníamos mucho tiempo libre pues nos exigían ir a "clases" mas no teníamos quien de la cátedra. 
El asunto tomó forma cuando una amiga de mi colegio había conocido, hace tiempo atrás, a una persona muy especial en todos los sentidos. Tal era la emoción de ella de hablarnos acerca de Él, que formaba diariamente "reuniones" para contarnos las experiencias vivenciales de este ser inigualable. Eran historias de vida, de relaciones personales, de tratos hermosos con cada una de ellas, y finalmente una gran historia de amor sublime. Fue en ese momento que lo ví... ¡sí! lo vi, y lo reconocí. Era Él, no cabía duda: era Jesús de Nazareth. 
Al identificar a este hombre tan especial, mi mente fue cautivada como cuando estás en el justo momento en que tu mirada choca con unos ojos que te atraen. De repente mis sentidos sólo lo miraban sin pestañear. Era como dicen por ahí, "como música para mis oídos", quería escuchar de Él, quería saber de Él. Creo que fue amor a primera vista o mejor dicho "amor a primer oído" jajaja. 
Yo quería seguir escuchando de Él, entonces mi amiga me invitó a una célula o grupo de personas que, al igual que yo, deseaba conocer más de Jesús. Fue ese día del año 1999 (no recuerdo muy bien la fecha pero haciendo memoria creo que fue el 11-Sep) que una de las anfitrionas de la casa nos habló acerca del sacrificio de Jesucristo en la cruz por mí. ¡¡Wow!! fue lo mejor que había escuchado y el amor más apapachador que mi corazón había sentido. Comencé a llorar inconsolable al saber lo que sufrió en la cruz y saber también que horas antes Jesús le había pedido a Su Padre Celestial que lo librara de la cruz, sin embargo escogió esa muerte para que yo viva eternamente. Eso fue algo que me devolvió la vida, me arrancó el corazón y morí pero al mismo tiempo volvió a latir pero ahora con un sentido y propósito. 
Fue ese día sábado que abrí mi corazón para que el Salvador entrara en él y tomara el control de mi vida. Con tan sólo 15 años, Dios me dirigió a tomar la mejor decisión de mi vida.