Todos tenemos algún tipo de miedo
o fobia en cierta medida, quizás unos lo hemos descubierto u otros no, puede
ser que el miedo a algo apareció en una situación determinada y ahí nos dimos
cuenta que existe; sin embargo, estos miedos son parte de la vida y de cierta
forma diríamos que son normales. Personalmente mis miedos me ayudan a depender
de Dios y saber que LO necesito, que no soy autosuficiente para superar alguna
determinada situación y cuando me siento rodeada de estos sentimientos que me
hacen dudar es cuando me arrodillo ante Él porque sé que no hay más respuesta
que Jesús. Estoy en pleno conocimiento que Él es quien sostiene mi vida y que
se encuentra en total control de ella.
Bueno, voy a dejar de lado la
teoría y los términos generales para contarles mis experiencias con una gran
fobia, no precisamente aparecieron en el campo de misión, pero ahí ha estado y,
sé que es algo chistoso pero, no sé si algún día podré superarlo (no me juzguen,
sólo oren por mi). Se trata del miedo a las CUCARACHAS.
Estos insectos asquerosos siempre
me han hecho la vida de cuadritos y todo empezó desde pequeña cuando una
cucaracha gigante voló hacia mí estando en la cama. Yo me tapé con la sábana y
logré evitar que me atacara, al parecer se había ido y de repente cuando puse
mis pies en el suelo, la aplasté. ¡Qué asquerosa experiencia! Desde ahí ellas y
yo no nos llevamos bien. Muchas veces he gritado al ver una volando, al
sentirla cerca de mí, al escuchar su aletear, etc. Bueno, pensé que viniendo a
Madagascar me libraría de ellas y recuerdo que un día una amiga del trabajo que
sabía que me iba de misiones me dijo “he averiguado sobre esa isla y allí
existen cucarachas gigantes”, casi muero en ese instante pues
era un dato que no conocía y ella no sabía acerca de este miedo. ¿Qué puedo
pensar con esto? Vamos a espiritualizar la situación: “Dios quiere trabajar
conmigo en este miedo”, “Dios me está probando jaja (no creo esto)”, “Dios
quería que me retracte de venir a esta hermosa isla (tampoco creo esto)”, o
simplemente estos insectos son parte de este planeta y así como yo existo,
ellas también jaja.
Aquí en Madagascar he tenido más
de una anécdota con ellas y quiero contarte rápidamente tres experiencias. Sucede
que era la noche y estando en mi casa una de estas repulsivas entró por debajo
de la puerta. En seguida, cual “toque de queda” impidió mi andar normal por la
casa y se adueñó de mi espacio volando de un lado a otro. Ya se imaginarán cómo
me puse con esta situación, yo andaba gritando por todos los rincones de la
casa (mi casa es pequeña, por lo tanto grité y corrí casi en el mismo sitio
jejeje). En otra ocasión, estaba durmiendo y no entiendo cómo esta cucaracha
logró filtrarse dentro del toldo, de repente ya estaba en mi brazo caminando,
la sentí y tal cual presionas un resorte: salté de la cama al piso, felizmente
logré rociarla con el insecticidas pero la horrible sensación en mi brazo aún
la puedo sentir mientras escribo este artículo. La última experiencia y más
desagradable fue cuando me fui a cenar con unos compañeros y volvía para mi
casa. Subiendo las escaleras (estoy en un departamento en un segundo piso),
allí estaban ellas, un grupo de cinco o seis, tomadas completamente de mi
puerta, grandes y feas. Lo peor es que una vez que atravieso la escalera tengo
dos opciones: o enfrentarlas así me caigan encima y abrir la puerta, o
regresarme y tardar horas para lograr entrar y pasar vergüenza con los pocos
vecinos que no entenderían por qué grito. ¿Qué creen que hice? Pues dije “En el
nombre de Jesús, aquí voy” y me atreví a pararme en la puerta con ellas allí
aleteándome en toda la cabeza y por todos lados mientras abría la puerta; como
para empeorar la situación la llave se me trabó y me desesperé y grité y grité
hasta que logré dar la vuelta la llave y la manija y al fin ¡entrar! La
historia no termina ahí sino que dos de ellas entraron conmigo. Afortunadamente
tenía el insecticida a la mano y me defendí y lo bueno es que mi casa queda a
lado de una colina y al parecer los vecinos no escucharon mis gritos.
¿Qué he aprendido con esto? Definitivamente
NO he aprendido a soportarlas pero lo que sí estoy segura es que mi carácter
está siendo moldeado en todo sentido. Con estas experiencias, que para algunas
personas será una tontería, para mí es la piedra que me afila como un cuchillo
listo para hacer su trabajo. Y esto me recuerda al Apóstol Pablo cuando dijo: “Por eso me regocijo en mis debilidades,
insultos, privaciones, persecuciones y dificultades que sufro por Cristo; porque, cuando soy débil, entonces soy
fuerte”. 2 Co. 12:10. Estas dificultades y miedos (obviamente incomparables ante lo poco que
yo he vivido) adiestraron al Apóstol para realizar
la tarea que le fue encomendada por el mismo Señor Jesucristo. Sus dificultades
hicieron de él un hombre perseverante y fuerte. Sus dificultades no lo
amedrentaron, no lo decepcionaron o al menos no se dejó vencer de estos
sentimientos de debilidad pues aprendió a regocijarse y entendió que mientras
más débil era, Dios le daba la fuerza para resistir y continuar para lo que fue
llamado. Me imagino aquella vez que los apóstoles fueron azotados por compartir el evangelio, por decir la verdad; ellos no estaban inventando el agua tibia como comúnmente se diría, luego los amenazaron en que sí volvían a testificar les esperaba un castigo más severo incluyendo la cárcel, sin embargo no tuvieron miedo y salieron derechito a seguir hablando de Jesús. (Hechos 5:40-42). Esta historia me lleva a reflexionar en que he sido demasiado débil en las situaciones difíciles y no sólo me refiero a las cucarachas sino en otros ámbitos de mi vida. Siento que me falta aprender mucho para recibir con alegría las afrentas por causa de Cristo. Por otro lado, percibo que tengo esperanza pues mi corazón se mueve para desearlo a Él cada día y no quiero ser igual, cada día quiero luchar, cada día quiero ser moldeada para mi Señor, quiero ser preparada por Él. ¿Qué de ti? ¿Estás preparado para seguir testificando a pesar de tus debilidades, dificultades y miedos?
Hechos 5:40-42
Hechos 5:40-42
40 Entonces llamaron a los apóstoles y, luego de azotarlos, les ordenaron que no hablaran más en el nombre de Jesús. Después de eso los soltaron.
41 Así, pues, los apóstoles salieron del Consejo, llenos de gozo por haber sido considerados dignos de sufrir afrentas por causa del Nombre. 42 Y día tras día, en el templo y de casa en casa, no dejaban de enseñar y anunciar las buenas nuevas de que Jesús es el Mesías.
Voy a ser sincera, la última vez
lloré por culpa de esas cucarachas pero después no paré de reírme porque me
encontré a mí misma llorando por un insecto que no logro tolerar. Siento que
hoy soy más fuerte que ayer, mis debilidades y dificultades me están
adiestrando para continuar con alegría la tarea a la que fui encomendada. Todas
las veces antes de subir las escaleras me digo: “aquí voy de nuevo” (y me
aliento con un suspiro profundo). Y así continúan mis aventuras en Madagascar.
P.D.: Si vienes a visitarme no
sólo podrás apreciar la variedad de cucarachas sino que por el mismo costo
podrás ver ranas, ratones, arañas gigantes, lagartijas, especies raras de
insectos, etc. jajajajajaa ríete conmigo y aprende a ver tus debilidades/dificultades como
oportunidades.
Bendiciones.
Di